Primero hay que decir que las ediciones de Llantén son además de bellas muy prácticas. Es gratificante (y les lectores compulsivos me entenderán) leer poemas en un libro donde el maquetado y el diseño (desde el tamaño de la fuente hasta las páginas de cortesía) están armados para que la experiencia de la lectura sea placentera y se focalice en el libro. Parece un detalle menor pero cuando se lee con cierta asiduidad luchar contra el espacio, el amontonamiento de versos, los márgenes y el pegado de las hojas se convierte en un escollo que en ocasiones atenta contra la misma obra y pero aun contra las ganas de leer.
El poemario nos
invita, sin preámbulos, desde el título y el epígrafe de Shklovski a sumergirnos
en la temática del libro que vamos a abordar. La nostalgia, el pasado que
vuelve, se resignifica y se reinventa en forma de versos. Sera la única falta
de sutileza (y que se entienda que no es una crítica si no un acierto) de la
poeta ya que después Litivinova nos tomara de la mano y con la dulzura de su
palabra nos guiara a stalkear junto con ella a una antigua compañera de juegos
infantiles que no ve hace 22 años; su nombre es Catalina y tiene un hijo.
Otro acierto de
la escritora el voyerismo al que somos invitados como lectores.
A partir de la
presentación de esta joven abogada y madre Litvinova nos deja entrever una
infancia en Bielorrusia, una mudanza a otro país, niñas que juegan en las
calles del este, comen tierra, marcan árboles; madres y abuelas que recorren lo
exotérico leyendo las flores, bordando futuros e interpretando los nudos del
pelo… una sabiduría que nos es extraña en esta parte del hemisferio pero que
resulta deliciosa.
El libro avanza
y la Natalia de hoy le habla a esa Catalina que ya no es y le cuenta de sus
miedos, de los mandatos que no se cumplieron y que sirven hoy de improvisada
cama para su gato. No hay reclamos, reproches, ni lamentos por algo que no pudo
haber sido; al contrario, los recuerdos de otro tiempo vuelven en forma de
reflexión de autoconocimiento.
Hay un dialogo
entre Natalia y Catalina al mas puro estilo de los escritos de Platón, pero sin
preguntas retoricas sino con versos, con poemas. Natalia habla y se contesta. Catalina
la figura muda del pasado. Escucha
Así en esos
poemas sigue el libro una amistad infantil en donde Litvinova recorre a las
mujeres de su familia, nos presenta a su abuela y a su madre, nos deja entrever
esa familia inmigrante de mujeres fuertes, sus costumbres, las supersticiones que
permanecen y se trasmiten como único linaje de aquellos que dejan algo atrás y
cuya vida pasada o recuerdos entra en una valija o en este caso una búsqueda en
Facebook.
Hay, como en
todo libro de poesía, poemas mejores que otros o por así decirlo más logrados
pero el conjunto de la obra y su recorrido nos sitúa ante un libro importante,
interesante y que se aleja de ese recorrido urbano y juvenil que muestra mucha
de la poesía actual.
PERDER TODO ES FÁCIL
lo dificil es retener algo
hasta transformarlo
en una piedra preciosa,
un amuleto.
Fácil es dejar
cada cosa
en su sitio,
difícil es regalarle
a otro,
tu piedra preciosa,
tu amuleto,
sin saber
quien de los dos
nació sin suerte.
📗
Libro: La nostalgia es un sello ardiente
Poeta: Natalia Litvinova
Editorial: Llantén
Año de publicación: 2020