Gustavo reúne cuatro libros bajo el nombre Accidentes del ánimo, y también reúne otro poemario bajo el nombre La felicidad no es un lugar. Mientras leía y releía se me venía a la cabeza el tema de Nahuel Briones, futurito, que tiene una frase que puede contextualizar el ánimo accidentado por el deseo, las preguntas aun sin responder acerca de la felicidad: “futuros que planeaste y no viviste, nunca te lo vas a olvidar” dice el tema de Nahuel, y sobre ese clima se levantan los poemas de Gustavo.
La ausencia, en
sus poemas, nunca dejan de ser lo novedoso, en cada intento, en cada apuesta,
hay sorpresa a pesar de haber intuido cómo iba a seguir el juego. La familia es
el pasado de sol, el futuro es el amor pensado entre signos de pregunta y el presente
los objetos, los ambientes y las calles que son testigos de esa ilusión.
Los poemas de
Gustavo son con alguien más al lado, y con la memoria de la infancia, los
padres, la tía, que aparecen en escenas antiquísimas de vacaciones o consejos
que quedaron para siempre: hay 5 escenas familiares que leí atentamente en sus
poemas, obreros trabajando (tía), el mar por última vez, En optimismo (lo que
uso y no recomiendo), un viejo error (la canción de los boliches), el visitador
(la felicidad no es un lugar). Una presencia bella, en paz, de juego, de un
clima soleado.
Gustavo nombra a
la soledad pero no hay soledad si hay deseo de compañía. Los poemas hablan de no
estar del todo en un lugar, no terminarse del todo un vino, no ingresar del
todo a un vínculo, estar seguro del error pero no del todo de los aciertos; así
caminan los poemas: embriagados de deseo, firme, múltiple, atravesando las
formas del vacío, buscando a una cómplice, viviendo la imposibilidad de habitar
el anhelo del vínculo para siempre, la imposibilidad de desconocer que las
cosas tienen fin, que se rompen.
En los poemas de
Gustavo hay Deseos breves que tienen consecuencias permanentes, que se viven y
reviven a cada deseo.
Hay desesperación
por abandonar algunas elecciones en tensión con el miedo al olvido, esa
injusticia o perdón. Gustavo dice Yo tampoco se tomar decisiones Hasta que algo
no se rompe del todo, decide abandonar lo que no sobra pero deja en claro, en
varios poemas, que aunque el cariño no salva es la mejor manera de transitar la
ilusión de que sigan vivas. El puente que no se usa es alguien que no se anima
a cruzar a querer a una persona desconocida, porque aventurarse es como dice en
un poema “incorporar algo que nunca más se olvida”.
En un poema
dice: “el valor temporario de todo aquello en donde apoyo mi voluntad”, ¿cómo
se hace para cruzar el puente sabiendo que todo va a romperse, que las horas de
trabajo pueden deshacerse con un par de gotas de lluvia? Confiando en la
memoria, en los objetos, en el barrio, en todas las sillas, los asientos sin
ocupar, los paisajes de descanso, por fin descanso, del que los turistas salen
corriendo.
En un poema dice
tener Fascinación por la tristeza, creo que la tristeza no deja lugar a la
melancolía, creo que es más bien un ojo atento a lo que se va construyendo o
desvaneciendo al compás del movimiento de las cosas, el rouge, los golpes en
las ventanas, sweaters en la cama, el sonido de la cerradura de la puerta,
canciones, paisajes de verano, modos en que da el sol en el pasto, el clima,
todo lo que Gustavo afirma que es lo que de alguna manera lo mantiene atado a
los acontecimientos.